Lejos queda ya el primer giro copernicano que experimentó el entretenimiento con la aparición de internet. Cambiaron las formas, los accesos, la diversidad de contenido. El comienzo estuvo marcado por las bondades de los softwares P2P que, desconocidos hasta ese momento, proponían intercambios musicales o descargas de películas. Apareció también la posibilidad de jugar en línea a videojuegos muy elementales, presentes tan sólo en un pobrísimo número de páginas web. Todo ello, claro está, desde la velocidad que permitían las primitivas conexiones de aquella época. Este fue el origen del ocio en la web que conocemos a día de hoy y que tanto ha evolucionado.
El arranque del año 2000 supuso otro paso adelante. Llegó el turno de las primeras plataformas digitales que empezaron a emitir en streaming, y de los entornos audiovisuales con series, películas y canciones para todo tipo de gustos y preferencias, sobre todo bajo suscripción. El consumo online de la cultura desplazó del escenario a la mecánica de las descargas y la acumulación física de contenido; arrancaba así una nueva era para el entretenimiento, para el cine, la música y los videojuegos.
Ahora bien, como es evidente, no todo en la red ha progresado de una forma tan positiva para los internautas. El auge de este tipo de escenarios diseñados para la diversión también ha traído consigo el aumento de la amenaza de los hackers, siempre dispuestos a la ciberdelincuencia allí donde afloran las pasarelas de pago, las transacciones de dinero, los números de cuentas bancarias y las claves personales. Este es el peligro al que se enfrentan los usuarios que buscan pasar un buen rato en portales de internet que no reúnen los estándares mínimos de seguridad. A partir de ahí, la pregunta es inevitable: ¿cómo saber si el lugar elegido para el entretenimiento online no entraña riesgo alguno?
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Tres elementos para estar tranquilo
Fundamentalmente, son tres los elementos que todo entorno digital debe incorporar en su estructura para garantizar la salvaguarda de los datos personales de los usuarios: el protocolo https, el sistema KYC y la doble autenticación. El primero de ellos se ocupa de cifrar la información que se envía desde la web hasta el servidor, impidiendo así que todas las referencias de carácter privado queden a la vista de terceras personas. Para asegurarse de que una web cumple con este requisito basta con confirmar que en la barra de dirección figuran las letras “https”.
Por su parte, el sistema KYC (Know your customer) es el mecanismo de verificación de identidad que tampoco puede faltar en aquellos lugares en los que la protección de los cibernavegantes resulta materia innegociable. Se trata de un procedimiento que consiste en solicitar digitalmente al usuario toda la documentación necesaria para que este pueda demostrar que es la persona que dice ser en cada inicia sesión. A día de hoy es uno de los recursos más sencillos y eficaces que existen para combatir los delitos de suplantación de identidad. Las plataformas de juegos de azar tan potentes como los casinos online fiables en España llevan años siendo una referencia en el uso del denominado KYC, lo que a su vez ha servido de ejemplo para el resto de espacios virtuales que manejan con frecuencia grandes cantidades de datos. La industria del juego ha ido más allá en este sentido y ha comenzado a solicitar comprobaciones de carácter biométrico, como el test de reconocimiento facial, a todos los jugadores que desean retirar fondos económicos de su cuenta.
Por último, también es aconsejable cerciorarse de que el sitio web elegido dispone de doble autenticación, otra herramienta tecnológica destinada a impedir el robo de perfiles particulares. Su funcionamiento, además de ser bastante útil, tampoco entraña dificultad: cada vez que alguien intenta acceder al sistema no sólo se le pide un nombre de usuario y una contraseña, sino también una clave de verificación que previamente habrá recibido vía sms en su teléfono móvil.
Un panorama prometedor
Una vez aprendido esto, cabe mencionar el buen estado de salud por el que atraviesan los tres grandes bloques que se encargan de mantener entretenidos a los internautas: las series de televisión, los videojuegos y el sector del juego online. Los datos registrados en el estudio Entertainment and Media Outlook 2021-2025 España invitan al optimismo, dado que muestran una tendencia alcista en los últimos doce meses.
El consumo de contenido alojado en plataformas audiovisuales como Netflix o Amazon han vivido un aumento del 12% a lo largo del curso pasado, lo que se ha traducido en más de 500 millones de euros de beneficios.
En cuanto a los juegos de azar, el informe de Dirección General de Ordenación del Juego (DGOJ) concluye que el sector ha protagonizado un repunte superior al 20% con respecto a la temporada anterior, consiguiendo de esta forma unos ingresos cercanos a los 100 millones de euros.
Tampoco los videojuegos han defraudado en el carrusel de cifras, y es que España ha logrado situarse entre los 5 países más gamers del todo el continente europeo. La previsión marca una recaudación de más de dos mil millones de euros en el próximo lustro.